top of page

La experiencIA del paciente versus la humanización.

  • Sandra Canudas
  • 14 mar
  • 7 Min. de lectura

La experiencIA del paciente versus la humanización.

 ¿Puede la Inteligencia artificial y sus algoritmos mejorar el trato humano?

  

La experiencia del paciente se refiere a esa percepción que tienen los pacientes sobre el conjunto de las interacciones que experimentan en el sistema de salud, tanto desde una vertiente de la calidad del trato humano como de la atención médica que reciben.

En este contexto, la inteligencia artificial (IA) aporta un papel crucial para mejorar significativamente esta experiencia: tiene la capacidad de analizar grandes volúmenes de datos para identificar patrones en el comportamiento pudiendo ayudar a los profesionales de la salud a brindar cuidados más precisos y eficientes.

Todo ello  permitirá que los profesionales de la salud ofrezcan cuidados más personalizados, anticipándose a las necesidades de los pacientes ¿ Y en qué se traduce? en conseguir diagnósticos más precisos y rápidos,  ya que se incluyen muchos  datos clínicos  como el historial médico, tratamientos previos, resultados de pruebas diagnósticas, información sobre estilos de vida (los hábitos alimenticios, actividad física o  niveles de estrés)  como  otros datos de tipo genético como la  información sobre la predisposición  a enfermedades, por ejemplo.  

Comparar los datos del paciente con una base de conocimientos extensa ayuda a identificar afecciones en etapas tempranas cuando los síntomas aún no son evidentes para un humano. Esta inteligencia puede configurar, además, planes de tratamiento personalizados a partir de los datos individuales del paciente y recomendar tratamientos diseñados específicamente para ellos ya que se sabrá la respuesta previa.

La IA además, se utiliza para monitorear a los pacientes a través de dispositivos portátiles   que recopilan datos biométricos (por ejemplo: frecuencia cardíaca, niveles de azúcar en sangre, actividad física…)  analizando esta información en tiempo real para predecir problemas de salud y recomendar intervenciones antes de que se conviertan en emergencias. Esto es especialmente útil en el manejo de enfermedades crónicas como la diabetes, por ejemplo.

Viendo la capacidad de esta herramienta podríamos pensar que todo lo que nos ofrece son ventajas, no solo por detectar enfermedades de forma más temprana y personalizar los tratamientos sino también por la reducción de costes, ya que esta predicción de problemas de salud puede evitar hospitalizaciones innecesarias. Sin embargo ¿esta atención personalizada y predictiva incidirá en una mayor satisfacción del paciente?  ¿Los pacientes experimentaran un mayor sentido de bienestar?

Obviando los retos de esta revolución digital que  a día de hoy, todavía no están solventados, como casos: la aceptación y confianza en la tecnología, el manejo de la privacidad y la seguridad de los datos, una equidad en la accesibilidad  - la  brecha digital actual  impide que no todos los pacientes tengan acceso a la tecnología necesaria para beneficiarse de estos avances-  o,  la dependencia que se tendrá respecto de  la calidad de los datos que se le proporcionen (si están  incompletos o sesgados  puede llevar a predicciones erróneas);  en mi  opinión, el mayor reto está  en el equilibrio de la relación médico-paciente: ya que una automatización excesiva en la toma de decisiones clínicas podría erosionar la relación de confianza.

La atención personalizada y predictiva con inteligencia artificial transformará la medicina actual ayudando a cambiar el modelo obsoleto de organización hospitalaria - herencia de la segunda guerra mundial- a otros modelos más acordes con la situación actual, cuya mayor necesidad de atención debería enfocarse en las enfermedades crónicas y en ofrecer cuidados centrados en las necesidades individuales.

Hace años, leí sobre una fórmula de la felicidad donde un grupo de investigadores estadounidenses publicaron un artículo en el que analizaban los factores que intervenían en ésta*.  En su artículo comentaban que los factores que influyen en nuestro nivel de felicidad se pueden agrupar en tres categorías:  nuestra genética personal, nuestras circunstancias y nuestra manera de pensar. En este estudio llegaron a la conclusión de que el factor genético explicaba el 50% de las diferencias en los niveles de felicidad de las personas, las circunstancias el 10% y las diferencias en las acciones y maneras de pensar de las personas el 40% restante.

Este estudio sugiere que, en muchos casos, para mejorar nuestro nivel de felicidad a largo plazo es más efectivo cambiar nuestras percepciones que nuestras circunstancias ya que con éstas, acabamos habituándonos.  Así en un futuro, cuando los nuevos métodos de IA se vayan implementando nosotros nos iremos acostumbrando, siendo igualmente la clave de nuestra calidad de vida, nuestra manera de ver las cosas y no el procedimiento utilizado.

La estrategia de la IA está mucho más enfocada en los resultados que en las relaciones humanas y ya todos sabemos que tener relaciones positivas con las personas con las que nos relacionamos -y más con un tema tan sensible como la salud- es igual de importante. 

Dentro de la pirámide de necesidades de Maslow la necesidad de pertenencia, de aceptación y de ser amados es segunda en orden de importancia, sólo por detrás de las necesidades relacionadas con la supervivencia.  Las relaciones requieren atención y tiempo. La IA a menudo está tan centrada en los datos y resultados que apenas dedicará tiempo a estas relaciones.  Paradójicamente, eso influye negativamente.

¿Cómo tener relaciones positivas y sentirnos bien con la IA?  Dudo que una combinación de algoritmos pueda realizar actos de amabilidad inesperados o notar que se preocupa por nosotros. 

La inteligencia artificial logra realizar tareas complejas con gran eficiencia, desde procesar enormes cantidades de datos hasta asistir en diagnósticos médicos. Sin embargo, hay aspectos intrínsecamente humanos que la IA, por más avanzada que esté, no puede reemplazar y uno de los primordiales es la humanización o el proporcionar cuidados a la persona de manera solidaria, digna, con respeto, empatía, teniendo en cuenta sus decisiones y sus valores.  Las relaciones humanas se construyen sobre la base de la empatía, las emociones y la capacidad de entender profundamente los sentimientos del otro.

Aunque las IA simulen comportamientos emocionales a través de algoritmos de procesamiento del lenguaje natural o análisis de datos emocionales, no pueden sentir de manera auténtica. La conexión humana requiere de comprensión emocional, compasión y capacidad para responder de manera genuina a las experiencias de otras personas, algo que trasciende la programación de una máquina.

Los seres humanos no siempre operamos basándolo en patrones predefinidos, también actuamos desde la intuición o "el corazón". Esta capacidad para la improvisación a situaciones nuevas con creatividad es una cualidad que aún escapa al control de la IA.

Las relaciones interpersonales se basan en la confianza y el tiempo compartido. La IA puede facilitar la comunicación, pero nunca podrá construir una relación humana auténtica basada en experiencias vividas y emociones compartidas todo ello forjado con momentos de vulnerabilidad, conflictos y reconciliaciones.  La conexión humana también ocurre con un lenguaje corporal y un sentido de comunidad y pertenencia. Aunque la IA puede interpretar patrones de voz o gestos carece de la capacidad para entender completamente las sutilezas de la comunicación no verbal y, por tanto, no puede ofrecer el aliento que proviene de una relación genuina entre seres humanos.

Qué decir de otros aspectos como el contexto cultural y los valores morales influenciados por la historia personal y el entorno social sin poder de nuevo, la IA, tomar decisiones basadas en principios éticos profundos, que son clave en nuestras relaciones personales y sociales.

¿Sabíais que mirar a los ojos de otra persona tiene un impacto emocional profundo? Cuando miramos a los ojos de otra persona, es más fácil sintonizarnos emocionalmente con ella porque el contacto visual fomenta la empatía. La neurociencia ha demostrado que las “neuronas espejo” juegan un papel clave en este proceso, mirar a los ojos de otra persona implica un cierto grado de vulnerabilidad y se relaciona con la capacidad de sincronizarse emocionalmente con el otro. Cuando dos personas se miran a los ojos de manera auténtica, están construyendo una base de confianza y conexión emocional.

¿Puede un asistente virtual o chatbots facilitar la comunicación entre el paciente y los profesionales de salud?  La respuesta es afirmativa y está bien que estos sistemas estén disponibles 24/7 mejorando la accesibilidad, que orienten en tiempo real sobre medicamentos, instrucciones postoperatorias, seguimiento de síntomas o, que un sistema de teleconsulta permita a los pacientes recibir atención médica remota incluso añadiendo una traducción automática que elimine barreras lingüísticas.  La IA definitivamente facilita la interacción y ayuda brindando información precisa, pero la inteligencia artificial debe ser un apoyo y no, un reemplazo. 

Existen todavía muchos retos a resolver: la confianza de los pacientes, la posible resistencia de los profesionales de la salud, un buen cumplimiento de la ética (cuando existan protocolos más desarrollados que hoy en día no existen), la educación del paciente, el desarrollo de nuevas capacidades… hasta temas más globales y complejos como el impacto en el empleo o las desigualdades.

Sin embargo, sin ni tan siquiera saber todo el potencial que nos espera de la IA, el principal escollo será la humanización: esas interacciones genuinas, basadas en la empatía, la emoción, el contexto cultural y la capacidad de evolucionar que solo los seres humanos de carne y hueso podemos tener. Ahora que lo pienso, …quizás está el tema de los cyborgs:  humanos-máquina que usan la tecnología para ampliar o mejorar sus capacidades, sentidos y formas de relacionarse con el mundo…  pero este tema ¡ya da para un nuevo y extenso artículo! 

 

 

Gracias ChatGpt por ahorrarme horas de consultas bibliográficas; no obstante, gracias a mí misma, por la inspiración y creación de contenido a la hora de escribirlo.

Un breve recordatorio: detrás de una enfermedad hay un enfermo y detrás de un enfermo, una persona sintiente.

 

Autora: Sandra Canudas Maturana. Gerente de la Asociación de Diabetes de Catalunya. Psicoterapeuta y consultora en planificación estratégica del tercer sector. Miembro del Consejo Asesor sobre la diabetes de la Agencia de Salut Pública de Catalunya y colaboradora en varios comités de especialidades en distintos hospitales.  Autora de   publicaciones relacionadas con el desarrollo personal para “humanizar” y concienciar de la importancia de modificar conductas en el sector sanitario, entre otros.

 

*(S. Lyubomirsky, K.M. Sheldon, D. Schkade, “Pursuing happiness: the architecture of sustainable change”, Review of general psychology, 9 (2005) pp.111-131).

 

 

 
 
 

Comments


bottom of page